La Biblia Reina Valera

Marcos 8

Marcos

Indice

Capítulo 9

1


 

  TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia.  

 

 

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2


 

  Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos.  

 

 

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3


 

  Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.  

 

 

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4


 

  Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.  

 

 

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5


 

  Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;  

 

 

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6


 

  Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados.  

 

 

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7


 

  Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: á él oíd.  

 

 

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8


 

  Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesús solo.  

 

 

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9


 

  Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.  

 

 

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10


 

  Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo: Resucitar de los muertos.  

 

 

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11


 

  Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es necesario que Elías venga antes?  

 

 

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12


 

  Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes, restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.  

 

 

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13


 

  Empero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.  

 

 

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14


 

  Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.  

 

 

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15


 

  Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le saludaron.  

 

 

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16


 

  Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?  

 

 

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17


 

  Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,  

 

 

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18


 

  El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.  

 

 

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19


 

  Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.  

 

 

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20


 

  Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.  

 

 

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21


 

  Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño:  

 

 

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22


 

  Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.  

 

 

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23


 

  Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.  

 

 

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24


 

  Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad.  

 

 

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25


 

  Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.  

 

 

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26


 

  Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.  

 

 

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27


 

  Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.  

 

 

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28


 

  Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?  

 

 

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29


 

  Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.  

 

 

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30


 

  Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.  

 

 

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31


 

  Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.  

 

 

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32


 

  Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.  

 

 

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33


 

  Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?  

 

 

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34


 

  Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.  

 

 

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35


 

  Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.  

 

 

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36


 

  Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:  

 

 

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37


 

  El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.  

 

 

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38


 

  Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.  

 

 

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39


 

  Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.  

 

 

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40


 

  Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.  

 

 

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41


 

  Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.  

 

 

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42


 

  Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar.  

 

 

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43


 

  Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;  

 

 

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44


 

  Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.  

 

 

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45


 

  Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;  

 

 

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46


 

  Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.  

 

 

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47


 

  Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;  

 

 

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48


 

  Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.  

 

 

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49


 

  Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.  

 

 

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50


 

  Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.  

 

 

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Marcos 10

 

 

 

 

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