La Biblia Reina Valera

Lucas 9

Lucas

Indice

Capítulo 10

1


 

  Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él había de venir.  

 

 

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2


 

  Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies.  

 

 

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3


 

  Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.  

 

 

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4


 

  No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino.  

 

 

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5


 

  En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta casa.  

 

 

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6


 

  Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros.  

 

 

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7


 

  Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.  

 

 

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8


 

  Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante;  

 

 

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9


 

  Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á vosotros el reino de Dios.  

 

 

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10


 

  Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid:  

 

 

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11


 

  Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros.  

 

 

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12


 

  Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.  

 

 

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13


 

  ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Bethsaida! que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.  

 

 

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14


 

  Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio.  

 

 

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15


 

  Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.  

 

 

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16


 

  El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.  

 

 

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17


 

  Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.  

 

 

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18


 

  Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo.  

 

 

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19


 

  He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.  

 

 

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20


 

  Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.  

 

 

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21


 

  En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te agradó.  

 

 

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22


 

  Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y á quien el Hijo lo quisiere revelar.  

 

 

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23


 

  Y vuelto particularmente á los discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis:  

 

 

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24


 

  Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.  

 

 

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25


 

  Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?  

 

 

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26


 

  Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿cómo lees?  

 

 

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27


 

  Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo.  

 

 

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28


 

  Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.  

 

 

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29


 

  Mas él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?  

 

 

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30


 

  Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.  

 

 

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31


 

  Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado.  

 

 

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32


 

  Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.  

 

 

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33


 

  Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fué movido á misericordia;  

 

 

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34


 

  Y llegándose, vendó sus heridas, echándo les aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él.  

 

 

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35


 

  Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.  

 

 

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36


 

  ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrónes?  

 

 

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37


 

  Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.  

 

 

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38


 

  Y aconteció que yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.  

 

 

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39


 

  Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose á los pies de Jesús, oía su palabra.  

 

 

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40


 

  Empero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.  

 

 

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41


 

  Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada:  

 

 

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42


 

  Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada.  

 

 

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Lucas 11

 

 

 

 

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